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Miércoles, 25 Abril 2018 16:06

DSM MAS DE 50 AÑOS AL SERVICIO DEL MERCADO

La empresa que fundaron Oscar Bisio y Horacio Mira en 1963 para ofrecer servicios de reparación de bombas inyectoras e inyectores, sigue creciendo de la mano de sus hijos, quienes asumen a diario la responsabilidad y el compromiso que representa ser Servicio Oficial de la firma alemana reconocida a nivel mundial.

La historia de DSM, que se dedica a la reparación de equipos de inyección diésel de todas las marcas y a la venta de repuestos tanto de viejas tecnologías, bombas convencionales mecánicas lineales o rotativas, co-mo de nuevas tecnologías de inyección electrónica de alta presión, tiene varios puntos que marcaron su destino. Ya en el año 1966 obtuvieron la calificación como Servicio Oficial Bosch, y fueron creciendo en cantidad y calidad de trabajo incrementando sus inversiones y su personal ocupado.

En el año 1992, al egresar de la escuela secundaria y pese a tener la vocación de iniciar una carrera universitaria, se incorporan los hijos de ambos socios, Hernán Bisio y Hernán Mira, hoy presidente y vice respectivamente. La sangre joven impulsó una nueva sociedad que logró vigorizar el crecimiento de la empresa llegando a una remodelación estructural muy profunda e incorporando el servicio oficial de otras marcas también reconocidas en el mercado como Delphi, VDO y Denso. Ese proceso les permitió inaugurar oseer equipo de presión positiva, para evitar la formación de partículas en el ambiente que perjudiquen las reparaciones sobre los equipos de últimas tecnologías.

Al cumplir los primeros 50 años, en 2013, la empresa ya contaba con 3 bancos de pruebas EPS 815, 1 EPS 708, 1 Hartrigdge Cri-Pc, 2 EPS 575/2 y un EPS 677, con accesorios para realizar todo tipo de reparaciones. Y en el 2015 sumaron una propiedad lindera, lo que les permitió ampliar alrededor de 600 metros para expandir todas las áreas: Administración, Repuestos, Instalaciones sanitarias, Estacionamiento y principalmente las zonas de Sala Limpia, Sala de Peritación y salas de Lavado y desarme. Las obras se inauguraron en 2016 y fueron parte de un agasajo por el 50º Aniversario de servicio oficial Bosch que celebraron junto a clientes y proveedores.

Alcanzar medio siglo implica afrontar vaivenes, momentos de dicha y de incertidumbre, la clave para que el negocio funcione la tienen Hernán Bisio y Hernán Mira, quienes continúan con la empresa familiar y trabajan codo a codo bajo el lema: “Hacer las cosas bien tiene un costo, pero hacerlas más o menos tiene un costo más alto: Por eso siempre apostamos a lo mejor, nos apoyamos mucho en las marcas que representamos y el mayor apoyo proviene de la calidad humana”.

R.A.: ¿Cómo se fundó la empresa?
Hernán Bisio: La historia empieza en el año `63, mi padre y su padre, dos amigos de 20 años, deciden largarse a la aventura de tener su propio negocio; ellos ya eran grandes técnicos que trabajaban bajo relación de dependencia pero la inquietud y la fuerza propia de la edad los desafiaba a más. Para plasmar ese sueño eligen la zona de San Martín, por ser una zona industrial en la que no había talleres dedicados al diésel. Solos, sin personal, pocas herramientas, y muchas horas de dedicación, se largan a la aventura y tres años más tarde -en 1966-, califican a su pequeña empresa como representante Servicio Oficial de Bosch. Para esto cumplieron los requisitos técnicos y de capacitación que imperaban en esa época y fue lo que permitió en esos años el primer respaldo de calidad a sus trabajos.

R.A.: ¿Qué tecnología primaba en la época?
H.B.: En los comienzos solo existían bombas e inyectores de tecnología completamente mecánica y el universo era no demasiado grande, 10 o 15 modelos de equipos de inyección equipaban a casi todos los camiones, ómnibus y maquinarias diésel, de aquellos años. Obviamente en el transcurso de estos más de 50 años de la vida comercial de DSM, las tecnologías fueron cambiando y mejorando a un ritmo muy vertiginoso. Dicha velocidad nos demandó actualización en infraestructura y capacitación constante para estar a la altura de las exigencias que requiere representar a Bosch y al resto de las otras marcas que representamos.

R.A.: ¿Había otra opción?
H.B.: Teníamos como mandato familiar dar una mano a nuestros padres. Durante el día trabajábamos de cadete, pasamos por todos los sectores: desde barrer hasta la parte más compleja. Mientras cada uno hacía una carrera, Licenciatura en Comercio Exterior y Administración de Empresas. En 1998 nos recibimos y fue un punto de inflexión porque teníamos que decidir si buscar trabajo más relacionado a nuestra carrera o seguir adelante con la empresa.

R.A.: ¿Y qué los hizo optar por la empresa familiar?
H.B.: Nuestros padres, como premio, nos regalaron un viaje a Europa para conocer la cuna de Bosch, en Alemania; para saber si queríamos realmente continuar. Al regresar del viaje, decidimos seguir adelante, ellos supieron delegar responsabilidades y apoyarnos. Nosotros queríamos aplicar nuestros conocimientos académicos y los aprendidos en el viaje.

Hernán Mira: Estar trabajando en conjunto sirvió de mucho, ellos tenían la experiencia, nosotros ganas de crecer y aplicar nuestro conocimiento.

R.A.: ¿Cómo fue la transición?
H.B.: Comenzamos a tener injerencia en el `98, con una visión más empresarial, con una mirada más tecnológica, las inversiones salían de acá y del bolsillo de nuestros padres. Durante esos 30 años se mantuvo la misma estructura edilicia. Y para los primeros años del 2000 queríamos cambiarla.

R.A.: ¿Cómo afrontaron el 2000/2001?
H.B.: Durante la crisis la pasamos mal. El estallido no nos dejaba crecer, fue una época difícil, para nuestros papás lo fue también. Pero fueron muy sabios y nos dijeron que nos calmáramos y que nos levantáramos: que invirtiéramos. Nos acompañaron y nos dieron buenos consejos. Durante ese período, nunca perdimos el reconocimiento de nuestros clientes por hacer un buen trabajo ni el crédito con nuestros proveedores. Ambos, un capital importante que logramos conservar pese a la crisis. El nombre estaba intacto.

H.M.: El costo fue altísimo, trabajábamos con poco margen. Era nuestra primera crisis. Porque en la peor cumplimos y cuando se apaciguó todo, confiaban aún más en la empresa. En líneas generales la situación del país era de atraso. Ese esfuerzo nos permitió llegar a contar hoy con la misma tecnología que tienen en Alemania. La gran reconversión vino en el 2004, remodelamos toda la parte edilicia, fue importante el cambio y en definitiva tomar ese camino en medio de la crisis nos terminó resultando como una gran posibilidad de reconvertirnos y avanzar.

R.A.: ¿Cuál es el trabajo diario?
H.B.: Actualmente en DSM reparamos sistemas de inyección diésel de viejas y nuevas tecnologías, como también tenemos nuestro sector de diagnóstico de fallas sobre vehículos. Por lo tanto atendemos y damos soporte a pequeñas, medianas y grandes empresas que requieren diferentes tipos de so-luciones para los equipos de inyección diésel de sus motores, máquinas o vehículos, como pueden ser Talleres, Rectificadoras, Agencias oficiales, Empresas viales, Máquinas para el agro, Vehículos de carga y de pasajeros, entre otras. Esto implica un amplísimo espectro de clientes potenciales a los que en DSM tratamos de adaptar y flexibilizar nuestros servicios para responder a sus necesidades. R.A.: ¿Qué decisiones influyeron en el desarrollo de la empresa?
H.B.: La primera decisión importante fue que una vez terminados nuestros estudios universitarios a mediados de 1998, optamos por acompañar a nuestros padres en la empresa que ellos habían fundado y desarrollado hasta ese entonces. Esto fue realmente el nuevo punto de partida, aprovechamos el buen nombre y reputación que DSM ya había logrado en el mercado y comenzamos a trabajar para potenciar ese punto fuerte. Profesionalizamos de a poco cada servicio y sector de la empresa, sumamos capital humano más preparado, equipamiento, y encaramos reformas edilicias pensadas específicamente en los servicios que ofrecíamos y en los que debíamos ofrecer en el futuro. Nos lo tomamos como un plan a mediano plazo y pusimos nuestro esfuerzo en ir alcanzando los objetivos paulatinamente, atravesando los vaivenes económicos de nuestro país.

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